El Alma de los Vinos Únicos
Domaine Ponsot

La de Domaine Ponsot es una historia de innovación. En 1872 William Ponsot, originario de Saint-Romain, compra un domaine en Morey-Saint-Denis y se convierte en propietario de algunas parcelas en Clos des Mont-Luisants y Clos de la Roche. En 1920 su sobrino y ahijado Hippolyte Ponsot aumenta de manera significativa la propiedad de Clos de la Roche, hasta conseguir ser propietario casi de las ¾ partes del pago original. No hay que olvidar que este pago inicialmente tenía 4,4740 hectáreas, aunque se amplió en 1936 y 1971 hasta llegar a las 16,9027 actuales. Una ampliación muy criticada pues para muchos, las nuevas incorporaciones no tenían la misma calidad del pago original.
Ponsot posee en Clos de la Roche 3,4 hectáreas, de las que 3 están en el pago original y con ellas elabora su Clos de la Roche Vieilles Vignes, con el que es para muchos el mejor viñedo de Borgoña.
En 1932 Hippolyte empieza a embotellar en el domaine toda la cosecha, algo que por entonces muy pocos hacían y dos años más tarde sus vinos embotellados ya se vendían en Estados Unidos y numerosos países de Europa. Hippolyte, jurista de formación, es uno de los instigadores para que las viñas de Borgoña se amparen como AOC. En 1954 Hippolyte junto a Jean Marie hicieron una selección masal que plantaron en Clos de la Roche de donde han surgido algunos de los clones (113, 114, 115, 667, etc.) más respetados de Borgoña. En 1957 le sucede su hijo Jean-Marie Ponsot quien continúa la importante labor de selección clonal que había empezado su padre. En 1981 su hijo Laurent se hace cargo de la dirección del domaine y, con su estilo radical de hacer las cosas, aumenta su prestigio. En el año 2017 Laurent Ponsot abandona el domaine familiar para centrarse en su proyecto personal y de la dirección se encarga su hermana Rose-Marie junto con Alexandre Abel.

En el domaine se usa una filosofía particular que evita las etiquetas de lutte raisonnée, biológica o biodinámica. Para ellos “todo lo que hoy se propugna en los esquemas de las tres formas de trabajo mencionadas anteriormente se viene implementando desde hace siglos en el Domaine Ponsot, sin tener que inventar un nombre. Lejos de las modas, siempre hemos buscado expresar la riqueza del terruño de Borgoña a través de una cultura «natural». La intervención humana es limitada y solo se aplica a los cuidados que necesita la vid, sin buscar nunca obligarla de ninguna manera. Y cada intervención de nuestra parte viene dictada por las circunstancias y exige sentido común por un lado y los productos más naturales por otro”.
La uva se vendimia cuando la madurez fenólica es perfecta. La bodega, terminada en 2002, tiene 4 niveles, de forma que la uva entra por la parte más alta, se despalilla y estruja y por gravedad se lleva a los tinos de madera donde fermenta y después a las barricas de roble y finalmente a las botellas, todo por gravedad. Los vinos se crían durante 2 años y nunca se utiliza ninguna barrica nueva. Se realiza como mucho un trasiego y a veces ninguno. Sólo se usa SO2 cuando las uvas se estrujan y se ponen en tinas, excepto en aquellas situaciones en las que la bodega vea “peligro extremo”.
El 79% del viñedo es Grand Cru, 13% Premier Cru, 7% Village y sólo un 1% Bourgogne genérico. El 83% es vino tinto. Ellos afirman que “elaboramos vinos fuera de la moda” y reconocen que “a menudo sucede que nuestros vinos son inaccesibles durante un tiempo, y solo se revelan después de una adolescencia larga e ingrata, para revelar en su madurez un ser sensual y refinado”.
Cuenta Jasper Morris que los vinos de Domaine Ponsot “pueden perder color rápidamente después del embotellado solo para redescubrirlo en plena madurez. Las grandes añadas suelen ser muy impresionantes desde el principio. Los años menores parecen débiles y casi secos en el momento del embotellado, pero se refrescan sorprendentemente más tarde”. Vinos que hay que beber alguna vez para saber que es un gran Borgoña.